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LA VOCACIÓN COMO LLAMADO

Y DON DE DIOS

 

Toda vocación tiene como fundamento el llamado de Dios. El hombre viene a la vida porque es amado, pensado y querido por una voluntad buena que lo ha preferido a la no existencia, que lo ha amado antes de que fuese, conocido antes de formado en el seno materno, consagrado antes de que saliese a la luz (cfr. Jer 1, 5; Is 49, 1-5; Gal 1, 15). Para cada uno, Dios tiene un proyecto que hay que descubrir y realizar.
La vocación tiene tres elementos: la llamada, respuesta y misión.
Dios nos da la libertad para decidir sobre cada una de las acciones de nuestra vida, tenemos el compromiso de darle una respuesta generosa ante la llamada que nos hace, ya que él nos da la vida para que seamos felices.
La vocación es el llamado que el Padre nos hace, veremos que en dicho llamado hay tres niveles: la vocación humana, vocación cristiana y vocación cristiana-específica.

Cada una de ellas es un verdadero llamado de Dios a la santidad, a la felicidad, a conformar la Iglesia y transformar el mundo impregnándolo de los valores que Jesús nos ha enseñado.

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